Día: 19-03-2016.
Lugar: El Molinón.
Resultado: Sporting 2 –
Atlético 1.
Comentario:
Llegaba el tercer
equipo de la liga española, por la importancia de su masa social, al Molinón,
así que en este día de San José y tras salir el día anterior de noche, me
acerqué algo resacoso al Molinón para presenciar el encuentro que tendría lugar
a las 16 h (¡Qué horario más guapo…la madre que parió a los de la Liga!).
En mi caso iba al
Molinón sabiendo que seguramente el resultado final sería otra vez de derrota
(optimista que soy este año con el equipo…), así que se trataba de nuevamente
disfrutar de un partido en primera y encima con el Atlético por rival.
Pero mis sensaciones al
final se volvieron, gracias a Dios, en contra y lo que pude ver fue un partido
que creo que nadie de los que estuvimos este día en El Molinón, olvidaremos, ya
que al final se volvería épico y con resultado favorable al Sporting tras
empezar por debajo en el marcador.
Jugo el Sporting durante
la mayor parte del partido muy bien, viendo en todo momento a los jugadores muy
motivados y con esa agresividad con el balón que no había visto en el partido
anterior con el Ath Bilbao.
Una falta inexistente
provocaría el primer gol del Atlético (como siempre el árbitro de pena…), pero
en la segunda parte y con algún cambio clave del Pitu, como fue la entrada de
Castro y con el Sporting bastante lanzado hacia la puerta contraria y
viniéndose abajo físicamente el Atlético dado el partido duro (con prórroga
incluida y penaltis) que había disputado el Martes contra el PSV en la
Champions, el Sporting gozaría de claras ocasiones como un poste y una ocasión
clarísima fallada por Castro, pero no se amilanaría con estas ocasiones
falladas y al final en una jugada muy parecida a la fallada claramente por
Castro, este mismo jugador marcaría el segundo gol con el consiguiente
estallido en la grada que en este partido se comportó durante muchos minutos al
estilo de una caldera.
Al final, siguen con
vida ya que con esta victoria se sitúan a un punto de los equipos que le
preceden y con ello de la posible salvación.
Resumen del partido…
Sporting Premium
Remontada de fe ante un Atlético sin fútbol toda la tarde y sin físico en
la resolución. Sanabria y Carlos Castro anulan en el tramo final una delicia de
Griezmann.
Algún día tenía que pasar. Fiarlo todo a la defensa de un resultado mínimo
tiene precisamente ese peligro: que es mínimo. Fue confirmarse la derrota del
Atlético y tirarse a la yugular oportunistas de todos los colores, incluidos
los rojiblancos, anunciando el final del mundo tal y como Simeone lo concibe,
cuando lo cierto es que un cuarto de hora antes el partido parecía
absolutamente controlado del lado visitante. Luego pasó lo que pasó, entre
otras cosas porque el Sporting está dispuesto a todo menos a rendirse, pero es
que algún día tenía que pasar. Y atenuantes había esta vez, por antipopular que
resulte admitirlo ahora.
Lo que sucedió sobre el terreno de juego es que Juanfran concedió una falta
y que Sanabria la puso en el palo, lo que, aunque sólo fuera por el sobresalto
general, devolvió al Sporting a un encuentro en el que dominaba porque no le
quedaba otra, pero en el que, tal y como les ha pasado a tantos, no encontraba
modo de meter la cuchara. El posterior acoso derivó en nueva infracción, ésta
de Kranevitter, que fue precisamente el que, ante la inexplicable desaparición
de Filipe, ahora estoy en la barrera, ahora he dejado de estar, puso la pierna
floja para desviar lejos de Oblak el nuevo disparo del paraguayo.
Con el empate hirvió El Molinón y con el Atlético intentando echarse hacia
arriba una contra retó a Giménez otra vez con Sanabria. Para desgracia
visitante el uruguayo se rompió en esa carrera, de modo que el delantero local
se quedó sin rival para regalar a Carlos Castro un pase que sólo podía ser gol
y que acabó en el larguero, prorrogando apenas unos minutos el desenlace fatal
para la escuadra del Cholo, a la que, jugando ya con diez, volvió a romper el
Sporting por la izquierda para que, esta vez sí, el canterano tuviera ocasión
de deshacer el entuerto. Lo de Castro más que alegría fue alivió. Lo de sus
compañeros y el estadio fue alegría pura y dura. La del que sobrevive. La del
que seguirá peleando.
El Sporting, de hecho, acababa de conseguir lo que nadie había conseguido
en esta Liga con el Barça como excepción que confirma la regla: hacer dos goles
a Oblak. Mientras Gijón festejaba, Simeone continuaba el partido en sala de
prensa: ante el clamoroso silencio de su club, el técnico decidió gritar a los
cuatro vientos de una vez que lo de los horarios es una vergüenza. El once lo
hizo él y no se jugó bien, sí. Los cambios fueron decisión suya y el equipo no
salió beneficiado, también. Debió hablar antes y no después, puede. Pero tiene
absolutamente toda la razón en su discurso por más que lo adornara de ironía.
¿No se podía jugar el domingo? ¿Tanto aprieta China para ver al Atlético?
Cada vez más atrás
Saúl quería tirar la falta que le acababan de hacer, o eso pareció desde
fuera. Segundos después, cuando la pelota llegaba a la red tras saludar de
cerca a la escuadra, Saúl no tenía otra que agitar la muñeca valorando el
disparo de su compañero. Nada hay que reprochar a un tipo que te niega el
lanzamiento para ponerla donde la puso Griezmann. Se colocaba por delante el
Atlético antes de la media hora, escenario que de hecho favoreció el repliegue
ya observado desde el arranque: Kranevitter como ancla, Correa y Griezmann
tirados a banda y todos a bascular, tanto da que sea el penúltimo de la tabla
el que esté enfrente esta vez. El equipo rojiblanco para eso trata exactamente
igual todos sus partidos: no hay rival que no merezca una buena defensa.
El Sporting no tuvo ocasiones en el primer acto más allá de dos saques de
esquina bien gestionados pero sin resolución. El Sporting hasta que se
desataron las hostilidades apenas tuvo ocasiones en el segundo acto más allá de
una buena maniobra de Sanabria dentro del área. Abelardo envidó con Carlos
Castro para reforzar el ataque, pero por momentos su equipo notó la
desesperación propia del que apenas puede permitirse ya error alguno. Rascaba
la muchachada de la casa, en fin, pero eso no parecía acercar el gol.
El Atlético se diluyó, conviene dejarlo claro. Cada vez más atrás, cada vez
más atado a la ventaja, cada vez más expuesto y sin que los cambios lo
beneficiaran esta vez, terminó marchándose por el sumidero de un partido que
poco afecta a su objetivo del podio pero que en todo afecta al de soñar aún con
lo de arriba. Simeone había renovado su once, pero lo hizo prescindiendo de
imprescindibles. Algún día tenía que pasar y ayer lo único Premium fue el
Sporting. No el horario, don Javier, se pongan como se pongan sus palmeros.
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