lunes, 3 de septiembre de 2018

VISITA A CABÁRCENO (CANTABRÍA).



Día: 01-09-2018.


Comentario:
Tenía ganas hace tiempo de acercarme un día hasta el Parque de la Naturaleza de Cabárceno ya que hacía algunos años que no lo visitaba, así que tras pensar mucho lo que hacer en este Sábado y viendo que las ganas de irme a patear no se habían instalado en mi cabeza para esta ocasión, decidí “acercarme” hasta Santander para pasar unas horas en dicho entorno de este parque de la naturaleza, así que tras llegar y realizar el correspondiente pago de la “cara” entrada del lugar (30 euracos), ya entraría en el mismo para acercarme en un primer momento a la piscina en donde se celebran espectáculos con los lobos marinos y a continuación visitar el recinto destinado a los reptiles (el más anhelado por este menda de todo el parque).

Algunas imágenes de dicha “piscina” y de algunos de los reptiles instalados en el Parque de Cabárceno.




























Tras estar un buen rato observando serpientes y demás reptiles, empezaría a conducir por las estrechas carreteras del lugar para acercarme a la zona de los tigres y a otra zona de esas que uno podría estar bien a gusto observando otras especies animales durante un buen rato, en este caso la zona de los gorilas.








El recorrido por el interior del parque casi se puede decir que me lo conocía de memoria ya que esta visita hacía la quinta vez que me dejaba caer por la zona en los últimos 20 años, así que “sabiendo ya” lo que me encontraría, me fui dirigiendo a los diferentes recintos para encontrarme con las diferentes especies animales, en este caso, el amplio recinto destinado a los osos pardos.




En frente del recinto anterior, se encontraba un gran vallado en el cual había otras especies, como por ejplo, los avestruces.






Y así seguiría por unas tres horas, coche para allá y coche para acá, observando de nuevo, los diferentes animales que me iban a ir saliendo al paso en cada parada.

Tengo que reconocer que la visita llegó a un punto debido al calor, debido también a que muchos animales estaban escondidos (supongo que protegidos contra el calor) y debido también a que me conocía el parque, así que tras algo más de tres horas, decidí dar por finalizada la visita para pillar la carretera del interior del recinto que me iba a conducir a otros animales “espectaculares” de ver y como eran los rinocerontes.

Otras veces los había visto desde apenas veinte metros, pero esta vez tuve que conformarlos con verlos a bastantes más distancia de la que acabo de comentar.


Tras observar a estos últimos animales, abandonaría el recinto para poner rumbo a Oviedo, realizando antes de llegar a casa, una parada a tomar y comer algo en el lugar habitual de los Tánagos, todavía en la comunidad cántabra.


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