Día:
01-09-2018.
Comentario:
Tenía
ganas hace tiempo de acercarme un día hasta el Parque de la Naturaleza de Cabárceno
ya que hacía algunos años que no lo visitaba, así que tras pensar mucho lo que
hacer en este Sábado y viendo que las ganas de irme a patear no se habían
instalado en mi cabeza para esta ocasión, decidí “acercarme” hasta Santander
para pasar unas horas en dicho entorno de este parque de la naturaleza, así que
tras llegar y realizar el correspondiente pago de la “cara” entrada del lugar (30
euracos), ya entraría en el mismo para acercarme en un primer momento a la
piscina en donde se celebran espectáculos con los lobos marinos y a continuación
visitar el recinto destinado a los reptiles (el más anhelado por este menda de
todo el parque).
Algunas
imágenes de dicha “piscina” y de algunos de los reptiles instalados en el
Parque de Cabárceno.
Tras
estar un buen rato observando serpientes y demás reptiles, empezaría a conducir
por las estrechas carreteras del lugar para acercarme a la zona de los tigres y
a otra zona de esas que uno podría estar bien a gusto observando otras especies
animales durante un buen rato, en este caso la zona de los gorilas.
El
recorrido por el interior del parque casi se puede decir que me lo conocía de
memoria ya que esta visita hacía la quinta vez que me dejaba caer por la zona
en los últimos 20 años, así que “sabiendo ya” lo que me encontraría, me fui
dirigiendo a los diferentes recintos para encontrarme con las diferentes
especies animales, en este caso, el amplio recinto destinado a los osos pardos.
En
frente del recinto anterior, se encontraba un gran vallado en el cual había
otras especies, como por ejplo, los avestruces.
Y
así seguiría por unas tres horas, coche para allá y coche para acá, observando
de nuevo, los diferentes animales que me iban a ir saliendo al paso en cada
parada.
Tengo
que reconocer que la visita llegó a un punto debido al calor, debido también a
que muchos animales estaban escondidos (supongo que protegidos contra el calor)
y debido también a que me conocía el parque, así
que tras algo más de tres horas, decidí dar por finalizada la visita para
pillar la carretera del interior del recinto que me iba a conducir a otros
animales “espectaculares” de ver y como eran los rinocerontes.
Otras
veces los había visto desde apenas veinte metros, pero esta vez tuve que
conformarlos con verlos a bastantes más distancia de la que acabo de comentar.
Tras
observar a estos últimos animales, abandonaría el recinto para poner rumbo a
Oviedo, realizando antes de llegar a casa, una parada a tomar y comer algo en el
lugar habitual de los Tánagos, todavía en la comunidad cántabra.
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