Fecha: 24-06-2017.
Comentario:
No madrugaríamos mucho en este
día ya que nuestra intención era de quedarnos durante toda la jornada en la
capital maña, así que el plan del día que teníamos pensado era de dar una
vuelta por la mañana en Zaragoza, regresar al hotel después y de
nuevo por la tarde regresar a la zona de tapas de la ciudad para pinchar algo antes de
volver de nuevo al hotel, todo esto en bus claro está, que patear ya habíamos
pateado bastante durante todos los días anteriores.
Cerca del mediodía tomaríamos
el bus que nos acercaría al centro monumental de la ciudad, pasándonos una
parada de más sobre la que hubiéramos tenido que posarnos, pero gracias a este
error involuntario iba (en mi caso) a descubrir una iglesia que no conocía y
que me había quedado pendiente sin saberlo de las dos visitas anteriores a la ciudad, la Iglesia de Santo Tomás de
Aquino, construida entre los años 1736 y 1740.
Imagen del interior de la
misma.
Continuamos después de esta
visita rumbo a la Plaza
del Pilar, pasando por el Mercado Central de la ciudad, el cual sí que me
decepcionaría bastante comparado con el visto por ejplo en Valencia o incluso el de mi
ciudad, Oviedo.
Tras entrar por un extremo y
salir por el otro del mercado ya nos íbamos casi a encontrar con los preámbulos
de la plaza más espectacular de toda la ciudad, la del Pilar y en donde estaba ubicada
su famosa Basílica del Pilar.
Pero antes de entrar en dicha
plaza, otra iglesia nos iba a salir al paso, el templo barroco de San Juan de
los Panetes (año 1725).
Junto a la misma, el torreón en
donde estaba situada la oficina de turismo de Zaragoza, el Torreón de la Zuda , siendo su forma actual
de mediados del siglo XVI.
Paso a paso ya nos íbamos a
encontrar con la Basílica
del Pilar, a la que entramos por una de sus puertas ya que había alguna que
estaba acotada a los invitados de diversas celebraciones litúrgicas que se
estaban produciendo en esos momentos en la basílica, así que el “turisteo” era
desviado a uno de los extremo de dicha basílica.
Algo de información sobre la Basílica del Pilar.
¡Por esa puerta NOOOOO, por la
siguiente…!.
Entraríamos en la visita
estrella de la ciudad, la cual estaba abierta al público una pequeña parte de
la misma, así que nos encontraríamos con una buena muchedumbre que estaba
admirando en esos momentos la basílica por dentro y a la que nos unimos sin
dudarlo.
En mi caso era la segunda
visita a este templo barroco y como la primera vez, en nada me decepcionaría mi
incursión en el templo.
Imagen hacia atrás de la basílica y de la puerta por la que entrábamos los turistas a visitarla.
La visita continuaba en
dirección al otro extremo de la plaza para ver los exteriores de la Catedral de Valencia,
encontrándonos en el camino con el ayuntamiento de la ciudad.
Dejando atrás el ayuntamiento y
la basílica.
Nos entretuvimos un rato
buscando algunas tiendas para comprar las típicas “pijadas” de recuerdo,
recuerdos que compramos pese a que Zaragoza ha sido uno de los lugares que
menos recuerdos que comprar se puede decir que me he encontrado en todos los
viajes de estos años.
Después de las tiendas ya nos
iríamos a por la zona conocida como “El Tubo”, zona o una de las zonas de tapeo
de la ciudad y en la que encontramos gran ambiente dadas las horas que eran
(pasadas las 14h).
Nos sentaríamos a tomar y comer
algo y después ya nos iríamos en busca del bus de regreso que nos llevara de
nuevo al hotel.
En el hotel descansaríamos unas
horas hasta que de nuevo, vuelta a la calle para irnos a tomar algo a la
terraza “Terraluna” (tercera vez en estos días”.
Acto seguido pillaríamos el bus de vuelta a la zona de la mañana del “Tubo” y en donde había localizado por
internet un bar típico similar a uno de Logroño que solo tenían exclusivamente
pinchos de champiñones, por lo que entramos en dicho local llamado “El Champi”
(muy recomendable), local que se veía que era muy frecuentado por los
habitantes de Zaragoza y local en donde había un gran ambiente reinante.
En este local nos ofrecerían
con el ticket un descuento en otro local muy cercano (dedicado a pizzas
pequeñas) a este primero pero con el que nos “estafarían” con el descuento en
cuestión, así que como tampoco teníamos muchas ganas de jaleos por dos o tres
euros pasamos de discutir y abandonamos el lugar rápidamente.
Como era pronto, salimos al
paseo del Río Ebro, regresando en otra buena caminata hacia el hotel para pasar
ya la última noche de vacaciones de la semana…
¡Una penita, pena…!.
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