viernes, 5 de enero de 2018

BUFONES DE PRÍA.



Día: 01-01-2018.

Desnivel: Inapreciable.

Longitud y tiempos: 04,50 Km en 02h aprox.


Comentario:
Primer día del año y como el año pasado decidimos Adela y este menda salir a realizar una pequeña ruta por Asturias en dicho día.

Aprovechando el temporal que daban en este día soleado en la costa asturiana, pensé en la posibilidad de acercarnos los dos hasta la zona de los Bufones de Pría, zona a la que la tenía ganas desde hacía tiempo ya que tan solo había estado en una ocasión hace ya algunos años.

En torno a las 12h30 estábamos aparcando el coche en el pueblo de Llames de Pría, pueblo situado en las inmediaciones de la Playa de Guadamía que luego visitaríamos, comenzando a caminar por el itinerario señalizado que salía desde dicho lugar hasta la zona de los bufones.

Comenzando el tranquilo paseo.


Cartel indicativo de la ruta del día.


Tras unos pocos centenares de metros íbamos a llegar a la zona de la Playa de Guadamía (80 m de longitud), la playa más occidental del Concejo de Llanes y que constituye el límite con su vecino Concejo de Ribadesella.

Guapo entorno de la Playa de Guadamía.





Primer vídeo que haríamos en el día.


El mar adentrándose en la desembocadura del Río Guadamía.








Tras la visita a dicha playa, nos íbamos a ir alejando poco a poco en dirección a la zona de los bufones, pero echando antes un último vistazo a la playa que acabábamos de visitar minutos antes.


Entrando en la zona ya de los bufones.


Nada más llegar a los bufones y en donde reinaba un viento que en ocasiones hacía bastante difícil caminar con soltura, nos íbamos a encontrar con el panel de presentación de la zona y al lado ya de los primeros bufones que nos íbamos a encontrar en este día.


Antes de continuar con el relato del día, decir que el bufón es una formación kárstica que consiste en un orificio vertical formado a pocos metros del borde de un acantilado de roca caliza y que interiormente comunica con el mar.
Cuando la marea sube y las olas baten con fuerza, expulsa hacia arriba un chorro de agua de mar pulverizada, lo que provoca un sonido característico que es lo que da el nombre de bufón.
Dicha columna de agua pulverizada puede alcanzar más de 10 metros de altura y el bufido puede oírse a varios kilómetros.

Nada más llegar a dicho panel nos acercaríamos hasta la zona de la desembocadura del río citado anteriormente para minutos después ir a lo largo de la rasa costera en dirección Oeste y caminando en ocasiones con cierta dificultad a causa de las ráfagas de viento que en ocasiones azotaban el lugar.

Belén puesto en las inmediaciones del panel de los bufones que nos encontramos en esta zona.


Los siguientes minutos ya sería un caminar por la zona, intentando evitar los acantilados ya que era un peligro asomarse a los mismos dadas las ráfagas que “por sorpresa” venían con bastante fuerza, empujándonos unos metros a nosotros y a toda la gente que estaba en dicho lugar.

Vídeo


Imagen de una pequeña entrada del mar en la zona rocosa (no me atrevería asomarme más ya que en esta ocasión sí que lo vería muy peligroso optar por acercarme más a los acantilados).


Un par de imágenes por la planicie verde de los bufones, planicie que tuvimos que abandonar ya que en algunos momentos se hacía muy difícil estar por la misma.





¡Por lo menos daría tiempo a inmortalizarnos…!.


Dimos por concluida la visita a esta zona para entonces ir regresando al coche e intentar acercarnos a la vertiente Oeste de la desembocadura del Río Guadamía.

Con bastante dificultad para alcanzar dicha zona dado que había numerosos tramos asfaltados muy estrechos que no estaban señalizados a donde se dirigían, pudimos alcanzar dicha zona tras preguntar a un paisano que iba en un coche y que nos invitó a seguirle dado que el mismo se dirigía a la misma zona por la que nosotros le habíamos preguntado.

En mi opinión la zona más espectacular para ver como el mar se estrella una y otra vez contra los acantilados era la que acabábamos de llegar, aunque es verdad que la gente o el turista casi siempre se queda paseando por la zona clásica de los bufones y en la cual habíamos estado momentos antes.

Aquí ya pudimos contemplar el choque de las olas contra dichos acantilados, resumiéndolo muy brevemente en las secuencias que siguen a continuación.











Desembocadura del Río Guadamia.





Dimos una pequeña vuelta por esta zona para intentar seguir descubriendo bufones y colisiones del mar contra la tierra, descubriendo otra guapa entrada en la que el mar azotaba los acantilados.





En esta zona también tocaba inmortalizarse.


No podríamos continuar con el paseo dado que empezaba a llover, así que nos fuimos a refugiar al coche y a comer algo dentro del vehículo.

¡Qué aproveche y paz y amor para todos…!.


Abandonamos entonces dicho lugar para acercarnos a otro entorno costero muy chulo y que se encontraba muy próximo a la zona en donde habíamos estado las horas anteriores, la Playa de Cuevas del Mar.


Desde aquí ya tocaba ir regresando hacia casa, pero antes se me ocurriría pasar por Ribadesella y sus proximidades para que Adela conociera un lugar un tanto peculiar, el pueblo de Cuevas del Agua y su peculiar acceso por La Cuevona.

Dicha cuevona es uno de los escasos ejemplos mundiales de cavidades por las que serpentea el asfalto durante unos 300 m de recorrido, conservando unas excelentes formaciones calcáreas y que constituye el único acceso al pueblo de Cuevas del Agua.

Dejaríamos el coche en un pequeño aparcamiento situado metros antes de la cueva y empezaríamos a caminar en dirección a la misma.

La entrada a la cueva.





Un par de imágenes de su interior.





La salida de dicha cueva vista desde el pueblo de Cuevas del Agua.


Alguna imagen de dicho pueblo.


Intentamos dar una pequeña vuelta por este pueblo, pero al no descubrir nada interesante en los primeros metros, decidimos regresar al coche atravesando de nuevo la cueva caminando y con el objetivo definitivo de regresar ya hacia Oviedo.

En resumen, guapo y entretenido primer día del año y “entre otras cosas”, me valdría para fijarme en el acceso hacia la parte Oeste de la desembocadura del Río Guadamía y de cara a alguna futura excursión a título individual por la zona.





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