Día: 01-01-2018.
Desnivel: Inapreciable.
Longitud y tiempos:
04,50 Km en 02h aprox.
Comentario:
Primer día del año y
como el año pasado decidimos Adela y este menda salir a realizar una pequeña
ruta por Asturias en dicho día.
Aprovechando el
temporal que daban en este día soleado en la costa asturiana, pensé en la
posibilidad de acercarnos los dos hasta la zona de los Bufones de Pría, zona a
la que la tenía ganas desde hacía tiempo ya que tan solo había estado en una
ocasión hace ya algunos años.
En torno a las 12h30
estábamos aparcando el coche en el pueblo de Llames de Pría, pueblo situado en
las inmediaciones de la Playa de Guadamía que luego visitaríamos, comenzando a
caminar por el itinerario señalizado que salía desde dicho lugar hasta la zona
de los bufones.
Comenzando el tranquilo
paseo.
Cartel indicativo de la
ruta del día.
Tras unos pocos
centenares de metros íbamos a llegar a la zona de la Playa de Guadamía (80 m de
longitud), la playa más occidental del Concejo de Llanes y que constituye el
límite con su vecino Concejo de Ribadesella.
Guapo entorno de la
Playa de Guadamía.
Primer vídeo que
haríamos en el día.
El mar adentrándose en
la desembocadura del Río Guadamía.
Tras la visita a dicha
playa, nos íbamos a ir alejando poco a poco en dirección a la zona de los
bufones, pero echando antes un último vistazo a la playa que acabábamos de
visitar minutos antes.
Entrando en la zona ya
de los bufones.
Nada más llegar a los
bufones y en donde reinaba un viento que en ocasiones hacía bastante difícil
caminar con soltura, nos íbamos a encontrar con el panel de presentación de la
zona y al lado ya de los primeros bufones que nos íbamos a encontrar en este
día.
Antes de continuar con
el relato del día, decir que el bufón es una formación kárstica que consiste en
un orificio vertical formado a pocos metros del borde de un acantilado de roca
caliza y que interiormente comunica con el mar.
Cuando la marea sube y
las olas baten con fuerza, expulsa hacia arriba un chorro de agua de mar pulverizada,
lo que provoca un sonido característico que es lo que da el nombre de bufón.
Dicha columna de agua
pulverizada puede alcanzar más de 10 metros de altura y el bufido puede oírse a
varios kilómetros.
Nada más llegar a dicho
panel nos acercaríamos hasta la zona de la desembocadura del río citado
anteriormente para minutos después ir a lo largo de la rasa costera en
dirección Oeste y caminando en ocasiones con cierta dificultad a causa de las
ráfagas de viento que en ocasiones azotaban el lugar.
Belén puesto en las
inmediaciones del panel de los bufones que nos encontramos en esta zona.
Los siguientes minutos
ya sería un caminar por la zona, intentando evitar los acantilados ya que era un peligro asomarse a los mismos dadas las ráfagas que “por sorpresa”
venían con bastante fuerza, empujándonos unos metros a nosotros y a toda la
gente que estaba en dicho lugar.
Vídeo
Imagen de una
pequeña entrada del mar en la zona rocosa (no me atrevería asomarme más ya que
en esta ocasión sí que lo vería muy peligroso optar por acercarme más a los
acantilados).
Un par de imágenes por
la planicie verde de los bufones, planicie que tuvimos que abandonar ya que en
algunos momentos se hacía muy difícil estar por la misma.
¡Por lo menos daría
tiempo a inmortalizarnos…!.
Dimos por concluida la
visita a esta zona para entonces ir regresando al coche e intentar acercarnos a
la vertiente Oeste de la desembocadura del Río Guadamía.
Con bastante dificultad
para alcanzar dicha zona dado que había numerosos tramos asfaltados muy
estrechos que no estaban señalizados a donde se dirigían, pudimos alcanzar
dicha zona tras preguntar a un paisano que iba en un coche y que nos invitó a
seguirle dado que el mismo se dirigía a la misma zona por la que nosotros le
habíamos preguntado.
En mi opinión la zona
más espectacular para ver como el mar se estrella una y otra vez contra los
acantilados era la que acabábamos de llegar, aunque es verdad que la gente o el
turista casi siempre se queda paseando por la zona clásica de los bufones y en
la cual habíamos estado momentos antes.
Aquí ya pudimos
contemplar el choque de las olas contra dichos acantilados, resumiéndolo muy
brevemente en las secuencias que siguen a continuación.
Desembocadura del Río
Guadamia.
Dimos una pequeña
vuelta por esta zona para intentar seguir descubriendo bufones y colisiones del
mar contra la tierra, descubriendo otra
guapa entrada en la que el mar azotaba los acantilados.
En esta zona también
tocaba inmortalizarse.
No podríamos continuar
con el paseo dado que empezaba a llover, así que nos fuimos a refugiar al coche
y a comer algo dentro del vehículo.
¡Qué aproveche y paz y
amor para todos…!.
Abandonamos entonces
dicho lugar para acercarnos a otro entorno costero muy chulo y que se
encontraba muy próximo a la zona en donde habíamos estado las horas anteriores,
la Playa de Cuevas del Mar.
Desde aquí ya tocaba ir
regresando hacia casa, pero antes se me ocurriría pasar por Ribadesella y sus
proximidades para que Adela conociera un lugar un tanto peculiar, el pueblo de
Cuevas del Agua y su peculiar acceso por La Cuevona.
Dicha cuevona es uno de
los escasos ejemplos mundiales de cavidades por las que serpentea el asfalto
durante unos 300 m de recorrido, conservando unas excelentes formaciones
calcáreas y que constituye el único acceso al pueblo de Cuevas del Agua.
Dejaríamos el coche en
un pequeño aparcamiento situado metros antes de la cueva y empezaríamos a
caminar en dirección a la misma.
La entrada a la cueva.
Un par de imágenes de
su interior.
La salida de dicha
cueva vista desde el pueblo de Cuevas del Agua.
Alguna imagen de dicho
pueblo.
Intentamos dar una
pequeña vuelta por este pueblo, pero al no descubrir nada interesante en los
primeros metros, decidimos regresar al coche atravesando de nuevo la cueva
caminando y con el objetivo definitivo de regresar ya hacia Oviedo.
En resumen, guapo y
entretenido primer día del año y “entre otras cosas”, me valdría para fijarme
en el acceso hacia la parte Oeste de la desembocadura del Río Guadamía y de
cara a alguna futura excursión a título individual por la zona.
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