Fecha:
24-06-2019.
Lugar:
Benasque (Huesca).
Comentario:
Tras
levantarnos sobre las 07h en este día, abandonaríamos el apartamento para poner
rumbo hacia la estación del Ave, lugar en donde tomaríamos un café antes de que
Adela partiera hacia tierras valencianas y este menda se dirigiera con el coche
hacia el Pirineo Aragonés, en concreto hacia la población de Benasque, lugar al
que le tenía muchas ganas desde hacía ya muchos años por ser un lugar
paradisiaco en cuanto a ser un buen punto de partida para las numerosas rutas
que se pudieran hacer a lo largo de todo el valle.
Desayunando
en la estación.
Tras
despedirnos, ya me dirigiría con el coche hacia el norte con la incidencia en
el camino de que me acercaría a Zaragoza a la Honda ya que el piloto del aceite
se me encendería por el camino y no quería arriesgarme a seguir con el mismo encendido el resto de las vacaciones, así que una vez solventado el problema, ya pondría primero rumbo a Huesca y luego ya definitivamente, hacia
el valle aragonés de Benasque.
Por
el camino y al encontrarme algo cansado y hambriento, pararía en un área de
servicio llamada “Area 62”
en la que comería (dentro de lo que cabe) bastante bien.
Imagen
del restaurante de dicho área.
Tras
comer ya pillaría de nuevo el coche para irme directamente sin pasar por el
hotel hasta la Estación de Esquí de Cerler en donde estaría un rato disfrutando
de las vistas y trazando diferentes itinerarios por si acaso me apetecía
dejarme caer por la estación para realizar alguna ruta.
Volvería
de nuevo hacia Benasque (1.138
m – 2.157 hab en 2018) y en donde pararía en el Centro
de Recepción de Visitantes para que me aconsejaran algunos itinerarios para
estos días, para irme tras esta visita ya hacia el hotel que en esta ocasión “el
elegido” iba a ser el “Hotel Llibrada” ya que hace unos 15 años había estado
pernoctando una noche en el pueblo en otro hotel que creo que era el Hotel Ciria.
Imagen
del Centro de Recepción de Visitantes.
Enlace
del “Hotel Llibrada”…
Fachada
del hotel.
Vídeo
de la habitación, la cual iba a desempeñar bastante bien su función en cuanto
al aseo y el descanso durante las cuatro noches en las que me alojaría en ella.
Tras
dejar todo el petate, daría una vuelta por el pueblo, parándome a tomar algo en
una terraza que encontraría y que estaba algo animada.
Imagen
de dicho lugar.
Tras
tomarme "una clara" ya regresaría al hotel para intentar cenar algo, aunque viendo
como me saldría la cena, ya no me apetecería volver a dejarme por su
restaurante el resto de los días.
Después
de la cena ya subiría a la habitación a descansar y a pensar sobre qué ruta
elegir para el día siguiente ya que tengo que reconocer que estaba algo “nerviosillo”
en esos momentos por pasar los siguientes días en una zona que desconocía por
completo y en la que no tenía ni idea de cómo mis piernas iban a responder
durante la duración de las rutas.
¡Estaban
a punto de comenzar unos días que iban a ser “inolvidables” para este menda…!.
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