Fecha: 22-06-2019.
Lugar: Cuenca.
Comentario:
Llegaba el primer
periodo vacacional de este año 2019, en concreto de una semana, así que antes
de poner rumbo a pasar unos días por el Pirineo Aragonés, el cual había sido
siempre un destino turístico al que le había tenido muchas ganas, iba a
realizar una breve visita (en compañía de Adela) a una ciudad a la que desde
hacía algunos años le tenía también bastantes ganas como era la ciudad de
Cuenca, así que en esta mañana de Sábado me iba a levantar a eso de las 06h
para poner rumbo a la capital conquense por el itinerario que pasaba primero
por Burgos y que entraba en la zona de Madrid por su parte Este para pillar
luego la M-50 y la A-3, la cual dejaría esta última para desviarme por la
carretera nacional hacia Cuenca.
Y así iba el maletero
del coche cargado hasta arriba en esta ocasión.
Como suele ser
costumbre cada vez que me meto un viaje largo, iba a ser inevitable la parada
para desayunar en “El Ezequiel”.
Pues en torno a las 15h
aprox iba a llegar a Cuenca (946 m – 56.703 hab en 2011) para acercarme a las
afueras en donde estaba situada la Estación del AVE – Fernando Zobel, lugar donde me iba a reunir
con Adela que iba a llegar desde Valencia tras una hora de recorrido.
Inmortalizándome en
esos momentos y disfrutando del calor que hacía ya que había salido de Oviedo
con unos 15º de temperatura y cuando me estaba haciendo ese selfie, hacía algo
más de 30º, lo cual era de agradecer.
Exterior e interior de
la estación.
Nada más encontrarnos
los dos, ya íbamos a poner rumbo hacia la zona del casco antiguo de Cuenca y en
concreto a la parte alta que era donde habíamos reservado el apartamento en el
que cual estaríamos un par de noches en la ciudad, llamado “Alizaque Lodge”.
Pagina web del
alojamiento…
Tras recoger las llaves
en uno de los restaurantes de la zona alta, ya nos iríamos hacia el
apartamento, el cual hay que decir que nos encantaría por completo,
acostumbrados como estamos a ir normalmente de habitación de hotel.
Exteriores del apartamento.
Vídeo del interior del
apartamento.
La vía principal del
casco antiguo y por la que andaríamos en numerosas ocasiones en estos dos días
en los que estaríamos en Cuenca.
El edifico del Archivo
Histórico Provincial de Cuenca, el cual estaba situado casi enfrente del
apartamento.
Ruinas del castillo,
las más antiguas de la ciudad.
Desde esta parte de la
ciudad, estaba claro que la vistas estrella iban a ser las formadas por las
Hoces de los ríos Huécar y Júcar, en este caso la formada por el Río Júcar.
Otra de las vistas
estrellas de Cuenca, la del Parador de Cuenca, situado en el Convento de San
Pablo.
Espectacular vista de
la Hoz del Huécar con el parador (izda), el acueducto (centro inferior) y
algunas de las Casas Colgadas de la ciudad de Cuenca.
Iríamos descendiendo
por la calle más cercana a la Hoz del Huécar para pasar en un primer momento
por las ruinas del que en su día fue uno de los dos castillos de la ciudad.
Vídeo por esta zona.
En nuestra marcha era
inevitable seguir admirando la obra del Convento de San Pablo.
Zona de la Catedral con
algunas casas colgadas.
Lateral del Archivo
Histórico Provincial.
Entrada al Convento de
las Carmelitas.
Varias imágenes durante
Cristo del Pasadizo.
Trío de imágenes en el
pasadizo con su Cristo.
Ya muy cerca de la
Plaza Mayor y de su catedral nos íbamos a encontrar con las ruinas de la
Iglesia de San Panteleón con una escultura del poeta conquense Federico Muelas.
(En la actualidad, dichas ruinas están ocupadas por las mesas exteriores de un
restaurante).
Plaza Mayor.
Fachada de dos
conventos de la plaza, el Convento de las Petras (izda) y el de las Justinianas
(drcha).
Ayuntamiento de Cuenca,
situado en la Plaza Mayor.
La otra fachada del
ayuntamiento.
Inicio de la C/Alfonso
VIII, la cual nos hubiera llevado en caso de tomarla, a la parte baja de la
ciudad.
Otra de las vistas
estrellas del casco antiguo, la de la Catedral, lugar que visitaríamos al día
siguiente.
Seguiríamos paseando,
en este caso por la zona del Palacio Episcopal, edificio en la actualidad que
alberga el museo diocesano.
Plazoleta con buen
ambiente que encontraríamos junto a dicho palacio.
En esos momentos, el
hambre empezaba a apretar algo ya que no habíamos comido nada durante la
jornada, así que intentamos localizar un restaurante, “El Secreto de la
Catedral” que una de las chicas del apartamento nos había aconsejado,
costándonos bastante de localizar y a
pesar de que habíamos estado alguna hora antes tomando algo en el mismo.
Como no vimos mucha
pinta de cenar en dicho local (al día siguiente picaríamos algo en el mismo
para la cena), nos iríamos al otro que nos había aconsejado situado este en la
Playa Mayor y que respondía al nombre de “San Juan”, el cual se encontraba muy
animado de gente en su terraza, así que allí decidimos que nos quedaríamos a
picar algo en dicho lugar para la cena.
Viendo la carta pudimos
comprobar que no había nada que nos atrajera (en este sentido Cuenca sería una
decepción para nosotros), así que decidimos ir a por lo seguro o lo que es lo
mismo, una paella que tengo que decir
que estaba todo menos “rica”.
Los dos en la terraza
situada en la Plaza Mayor.
Cuando acabamos con la
cena ya había oscurecido así que decidimos seguir dando una vuelta, en estos
momentos, cuando la oscuridad intentaba abarcar las calles del casco antiguo de
la ciudad.
El Ayuntamiento
iluminado, el cual cambiaba de color cada pocos segundos.
La Catedral
iluminada.
Pondríamos rumbo
entonces a la zona en donde estaba situado el Puente de San Pablo, puente que
comunica la zona del parador con la del casco antiguo.
Puente de San Pablo y
el edificio del Convento del mismo nombre.
Inmortalizando el
momento.
Convento de San Pablo.
Seguramente la casa
colgada más llamativa que encontraríamos en este par de días.
Cruzaríamos al otro
lado del puente para visitar el parador por dentro y en el que realizaríamos
una breve visita por la zona del claustro.
Volveríamos de nuevo
sobre nuestros pasos al casco histórico para ir poco a poco, caminando rumbo al
apartamento para descansar hasta el día siguiente ya que la jornada había sido
larga y también la caminata por las calles de había dejado notar a nivel
físico.
¡Siempre está bien
descansar un poco…!.
Volviendo sobre
nuestros pasos.
Estaba a punto de
llegar una visita a la que la tenía muchas ganas como era la de la “Ciudad
Encantada de Cuenca”, aunque antes de que llegara el día siguiente hay que decir que este menda se liaría e intentaría abrir la puerta de una casa del casco antiguo pensando que era la del apartamento....
¡Vaya empanada...!.
¡Vaya empanada...!.
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